A pesar de que nos gustaría poder compartir siempre noticias esperanzadoras y positivas de los lugares en que vivimos y trabajamos, a veces la crudeza de la realidad nos lo impide. Hoy escribo con pesar: hace unas semanas, en la carretera que cruza por delante de Sabana Yegua, en la República Dominicana, ocurrió un hecho trágico y macabro: un hombre mató de cuatro tiros a su amante y luego él mismo se disparó en la sien acabando con su vida en el acto. Un acto terrible que apunta de forma horrorosamente gráfica a otros cien casos de violencia machista que se registran constantemente, de forma más callada, en esta sociedad.
La triste ironía del destino hizo que para dos días más tarde hubiésemos convocado en nuestro salón parroquial una charla sobre la violencia intrafamiliar, organizada por el grupo de mujeres de la parroquia. Se trata de un grupo pequeño pero lleno de vida y de propósito, que pretende precisamente liberar a las mujeres del yugo de una sociedad machista que cuenta a sus víctimas no solo en disparos, no solo en golpes, y maltratos físicos, verbales y psicológicos sino también en el abandono escolar de miles de adolescentes que dejan su educación al quedar embarazadas (el 20% de las mujeres de 15 a 19 años y el 23% de las de 20 a 24 años). Otras víctimas son las incontables madres solteras, no por voluntad propia sino por irresponsabilidad, manipulación y cobardía de unos padres que cuentan con la aprobación tácita y factual de una sociedad machista que los defiende con su silencio.
Como es bien sabido, hoy, día 8 de diciembre (fiesta de la Inmaculada Concepción), el Papa Francisco da inicio al Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano, y luego en cientos de catedrales, santuarios e iglesias, se quiere hacer más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
En la Bula de convocación del Año Santo leemos: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre” (Misericordiae Vultus 1). Este 8 de diciembre también marca el 50 aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II, en cuya ceremonia de inauguración Juan XXIII ya dijo que en nuestro tiempo la Iglesia “prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad (…), la Iglesia quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella”.
La celebración de este año jubilar concluirá con la fiesta de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2016. Que el lema del año, “Misericordiosos como el Padre”, penetre nuestro lenguaje, nuestros gestos y nuestros hechos, encomendándonos a Jesús para que “derrame su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro” (Misericordiae Vultus 5).
Seguimos hoy con la webserie de Bolivia, mostrando el trabajo de las educadoras de calle, y cómo consiguen que los niños se acerquen a Casa San José. Las educadoras realizan una labor crucial, saliendo incluso de noche e identificando lugares donde encontrar a los niños para empezar un diálogo con ellos. ¡5 minutos muy interesantes!
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