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Lunes 4 Abril 2016
A finales de enero de este año las autoridades dominicanas confirmaron los primeros diez casos de virus zika en el país. Como ya han informado ampliamente los medios de comunicación, la enfermedad, transmitida por el mosquito aedes aegypti (que también transmite el dengue y la chikungunya) se está propagando en Latinoamérica y el Caribe.
 
La enfermedad ha causado alarma en la región. Se sabe que provoca fiebre, erupción cutánea y dolor de articulaciones, síntomas similares a la chikungunya, pero la peor amenaza es la microcefalia en recién nacidos reportada en Brasil.
 
El Ministerio de Salud de la República Dominicana ha iniciado una campaña de prevención y sensibilización sobre el tema con charlas en las que se enfatiza especialmente la necesidad de desarrollar un buen tratamiento del agua y de las basuras, así como los posibles riesgos para las embarazadas.
 
En la zona de Azua no se han reportado casos, sin embargo, a nivel parroquial también se están iniciando charlas sobre el tema. Es una buena oportunidad para insistir en el saneamiento ambiental de pueblos y viviendas, creando una cultura de limpieza. Esto no solo servirá para la prevención del zika sino también del dengue, la chikungunya, infecciones gastrointestinales así como enfermedades de la piel, que afectan más ampliamente a la población que el virus del zika.

 
 
También servirá, pensamos, para promover la prevención de embarazos no deseados entre adolescentes y mujeres jóvenes, fomentando la paternidad responsable, pues Azua es una de las provincias con mayor índice de embarazos adolescentes. En conclusión, queremos convertir la mediatizada amenaza del virus zika en una oportunidad más para hablar y trabajar por una salud mejor para todos.



 

Domingo 20 Marzo 2016
Martí Colom

Con la fiesta del Domingo de Ramos damos hoy inicio a las celebraciones de Semana Santa. Conocemos de sobra la historia y su desenlace, y sin embargo, la fuerza de los textos y de las diversas liturgias de estos días nos llevará un año más a vivir una sucesión de sentimientos intensos y a menudo contradictorios, un auténtico tobogán emocional, sobre todo durante el Triduo Pascual: de la calidez entrañable que transmite la imagen del grupo de hermanos reunidos festivamente el jueves por la noche al respeto impresionante que nos causa contemplar, al final de aquella cena, el gesto sencillo y a la vez potente de Jesús, arrodillado, lavando los pies de sus discípulos; de la angustia que experimentamos al ver su soledad en Getsemaní a la frustración que provoca su arresto; del dolor causado por la fractura de lealtad entre maestro y discípulos (“todos lo abandonaron”, nos dirá el evangelista) a la indignación por el cinismo y la mezquindad de sus acusadores; de la tristeza por su ejecución atroz a la euforia de una resurrección que da sentido a toda la trama cuando ésta ya parecía irreversiblemente concluida. Las liturgias nos recordarán que nuestra fe no es un frío ejercicio intelectual, sino que más bien empieza con el estremecimiento que deja en nosotros este relato formidable, a partir del cual, entonces, elaboramos nuestra reflexión teológica.
 
Pues bien, la aventura empieza hoy con la entrada de Jesús a Jerusalén, un episodio que ya anticipa los profundos desencuentros que precipitarán el desenlace final: el galileo es recibido en la capital por una muchedumbre entusiasta, el aire de la ciudad se llena de palmas, ramas de olivo y cantos de alegría; y sin embargo, intuimos que muy pocos captan el mensaje que él quiere comunicar entrando a lomos de un borrico. Él, que quiere ser un sencillo mensajero de paz, es recibido como un caudillo. A los pocos días, los mismos que proferían vítores pedirán su muerte en la cruz. Semana Santa comienza, en definitiva, con la narración del fracaso de la no violencia. Porque este es exactamente el significado de la decisión de Jesús de entrar en la ciudad montado en un manso pollino. El animal, que es una alusión a la profecía de Zacarías[1], constituye una declaración de principios por parte del maestro: él sí es el Mesías, pues realmente se sabe ungido, empapado y traspasado por el espíritu de Dios, pero (precisamente por eso) el suyo es un mesianismo no violento, inspirado en Isaías («ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba»[2]) y cimentado en su experiencia vital. Al fin y al cabo, Jesús ha invitado a sus seguidores a amar al enemigo y a rechazar la venganza («al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra»[3]).
 
La pasión narra el espectacular fracaso de este mesianismo: en pocos días, cuando los que lo recibieron con júbilo comprendan plenamente, al verle arrestado e indefenso, el significado de su entrada a lomos del pollino (o acaso capten que la propuesta no violenta iba en serio), declararán su repudio y desinterés por él: la no violencia será vencida por la brutalidad y la última lección de Jesús al pueblo de Jerusalén caerá en saco roto.

¿Qué enseñanzas nos deja este drama?

En primer lugar hay que señalar, naturalmente, que el verdadero fracaso de Jesús hubiese sido ceder a la tentación del poder y de su inevitable servidora, la violencia, y traicionar así toda su vida y misión: en este sentido, en el plano de la coherencia personal, él no fracasa, sino todo lo contrario.

En segundo lugar, en el plano de las ideas y los principios, cuyo acierto y valor solamente el tiempo va confirmando o negando, Jesús es ejemplar al proponer un camino, el de la no violencia, que hoy, dos milenios más tarde, encuentra eco en mucha gente (cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes), que lo avala como el camino más noble, maduro, constructivo, sensato y audaz de cuantos caminos pueda andar la persona humana.

Y sin embargo no deberíamos ser ingenuos ni estar exageradamente orgullosos de nuestro tiempo presente: ninguna de las dos puntualizaciones anteriores puede velar el hecho inequívoco de que Jesús fracasó estrepitosamente en su intento de convencer al pueblo de los valores de la no violencia. Y aquí lo más importante es admitir que, muy posiblemente, hoy volvería a fracasar: se impone el realismo de aceptar que, hoy como entonces (a pesar de la defensa de la paz que, como decíamos, muchos respaldan) la no violencia dista mucho de ser aceptada por la mayoría como la mejor vía para resolver nuestros conflictos.


Es más, no deja de ser asombroso constatar que vivimos en tiempos propicios para el populismo, y no sólo en los castigados países del sur. Vemos como líderes políticos portadores de mensajes simples e incendiarios, impregnados de violencia apenas disimulada (o ni eso) hacia los que no piensan como ellos o, sencillamente, son distintos (inmigrantes, refugiados, extranjeros…), recogen apoyo, aplausos y votos en democracias consolidadas de países desarrollados, tanto en Europa como en América. Hoy, los profetas de la no violencia tampoco lo tienen fácil.

Esta reflexión, a las puertas de Semana Santa, no quiere ser pesimista ni desalentadora: se trata simplemente de reconocer que aquella no violencia que Jesús no logró hacer atractiva para los hombres y mujeres de Jerusalén sigue hoy necesitada de partidarios y amigos. El fracaso del Mesías montado en el pollino se nos presenta como un reto y una invitación a seguir anunciando, como buenamente podamos, y sin cansarnos, la paz —esa paz que tantas veces se nos escapa, esa paz que únicamente conquistaremos desde el perdón, la tolerancia y el rechazo radical a toda forma de violencia.

 

[1] «Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén! Que viene a ti tu rey: justo y victorioso, humilde y montado en un asno, en una cría de asna» (Zac 9,9).
[2] Is 50,6.
[3] Lc 6,29.

 

 

 


Martes 8 Marzo 2016

En el Día Internacional de la Mujer queremos compartir la historia de esta mujer de la zona rural de Cochabamba.

Llevar años en un lugar, compartiendo con sus gentes y acompañando sus procesos personales, nos ofrece sus regalos. Deysi Rosa es un regalo así: la conocimos cuando tenía apenas tres años y justo habíamos llegado a la comunidad de Totora Pampa (Cochabamba, Bolivia). Deysi, la segunda de cinco hermanas, siempre fue tímida, responsable, trabajadora y dotada de una gran fuerza interior. Sin embargo, el ambiente familiar en el que vivía no le auguraba éxitos. Su hermana mayor tenía 20 años y ya estaba criando dos hijos; su hermana menor no quería estudiar porque sus planes eran buscarse un marido “ahora que estoy joven”.
 
 
 
Pero ella tenía ese “algo” impreciso que palpita en algunas personas y que enseguida te hace pensar que pueden mejorar sus vidas, que no se resignan a aceptar un destino sombrío. Durante años vimos el empeño y las ganas que Deisy Rosa puso en sus estudios a pesar de que la mayoría de sus compañeras iban abandonando las aulas y formando familias. Cuando le preguntábamos qué quería de su vida, adoptaba una postura firme, a pesar de su timidez, y nos contaba que le gustaría lograr algo más que trabajar la tierra y tener hijos; con ojos soñadores nos decía que quería estudiar y conocer otros lugares. Su planteamiento, en apariencia sencillo, era todo un reto, porque para hacerlo realidad ella debería romper con esquemas culturales y superar muchas barreras económicas. La distancia de la zona de Totora Pampa, en las montañas, a la ciudad de Cochabamba, no era sólo geográfica sino también económica y social.
 
Viendo su situación y la de varias muchachas de la misma zona que se nos habían acercado, nos animamos a becar a seis mujeres para estudiar enfermería en una institución creada hace más de veinte años para mujeres de zonas rurales. La ventaja de la institución es que, con una gran calidad, brinda a las becadas espacios de estudio, material, alimentación, horarios y un lugar para vivir. Las jóvenes de zonas rurales pueden de esta manera salvar los obstáculos y barreras antes mencionados, completando su formación profesional en un ambiente adecuado.

Hoy Deysi Rosa está ya metida de lleno en sus estudios, y nos cuenta cómo aprovecha al máximo su tiempo porque sabe que esta oportunidad es un regalo. Pero nosotros pensamos que ella misma es un regalo: su fuerza interior ha abierto una puerta cerrada para que otras mujeres de Totora Pampa sigan sus pasos.

 

 

 


Miércoles 2 Marzo 2016
Debido a la necesidad manifiesta de capacitación para mujeres jóvenes en la zona de Etiopía donde nuestra Comunidad está presente, recientemente hemos puesto en marcha, como parte de nuestros esfuerzos para colaborar con el Vicariato Apostólico de Meki, el centro “Kidist Mariam Maakel” (Centro Santa María). Con este centro queremos ayudar a que mujeres que no han podido acabar estudios aprendan una profesión que les permita obtener un trabajo digno y ser autosuficientes. De momento se imparten cursos de cocina, costura y pintura, de una duración de seis meses.
 
En la inauguración, el pasado 1 de febrero, Mons. Abraham Desta (obispo de Meki) bendijo el edificio donde se desarrollarán los cursos y a todos los presentes, y como es tradicional en Etiopía preparamos café y compartimos un gran pan entre todos los asistentes. El primer grupo que se está formando es de 56 estudiantes. ¡Ya os iremos contando cómo evoluciona este nuevo proyecto!
 
 
 

 


Martes 23 Febrero 2016
Cada año el obispo de San Juan de la Maguana, en la República Dominicana, Monseñor José Grullón, comparte unos días con la Comunidad de San Pablo, a cargo de la Parroquia La Sagrada Familia en Sabana Yegua.  Lo hace coincidiendo con la fiesta de la Sagrada Familia, justo después de Navidad. En esa visita pastoral celebra confirmaciones y lleva a cabo reuniones con los diferentes líderes de la parroquia. 

 

 
 
Como preparación para la visita hay que tener a punto el censo parroquial realizado por voluntarios que analiza en 27 preguntas diferentes aspectos y necesidades de la población.  Con esta radiografía espiritual y material de la parroquia, el obispo analiza cada comunidad, dialoga sobre los retos y dificultades y en equipo se trazan metas para las distintas áreas de vida eclesial en el próximo año. Cada comunidad, a su vez, agasaja al obispo con una comida festiva, con una obra de teatro, una canción u otras muestras de cariño. Su cercanía y simpatía nos animan a continuar con el compromiso cristiano en nuestros lugares. ¡Una visita que se agradece! 

 
 

 


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