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Martes 11 Octubre 2016

Labor social en el programa de becas en la República Dominicana

 

El programa de becas de la Comunidad de San Pablo en la República Dominicana tiene como primer objetivo que muchos jóvenes puedan mejorar sus vidas a través de sus estudios de  primaria, secundaria y sobre todo, universitarios. Mejorando sus vidas mejoran las de sus familias y también, así, la sociedad en que viven y trabajarán.
 
Pero hay algo más en este programa de becas: se pide a todos los becados que contribuyan de algún modo al bien común, retornando un poco de lo que se les da. El programa, que existe gracias a la colaboración de donantes y fundaciones privadas de España (a través de la Asociación Nuevos Caminos) y de los EE.UU., quiere que los jóvenes se comprometan con su comunidad. Se les ofrece la oportunidad de dar clases de refuerzo escolar, o guiar actividades de ocio educativo con niños durante los fines de semana y vacaciones, o dar clases de inglés, o participar en actividades de limpieza del entorno (como el saneamiento de una playa), o prestar apoyo a personas con necesidades especiales.
 
Así lo están haciendo los jóvenes que han obtenido a una beca, con muy buenos resultados. Aparte de ayudar a otras personas, se sienten comprometidos en la tarea de crear soluciones para los múltiples desafíos a los que se enfrentan su pueblo, sus vecinos y sus amigos. Así, con este retornar un poco de lo que se les da, a través de las becas vamos contribuyendo también a formar líderes de la comunidad, personas preparadas y solidarias, al servicio de los demás.

 

 

Martes 4 Octubre 2016
Esteban Redolad
 
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada Maria, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.» Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
 
La Historia de Marta y María ha sido asociada, a través de la historia, a la dicotomía entre oración y acción, así como a la distinción del mundo religioso entre vida contemplativa y vida activa. Una interpretación distinta sería que Marta es el prototipo de mujer y María el prototipo de discípulo, al menos según los prototipos de hace 2.000 años.
 
Marta se dedicaba a todo aquello que, aún en muchas culturas, es el rol femenino: cocinar, limpiar y atender todo lo referente al hogar. María hizo lo que nadie esperaba de una mujer: sentarse a los pies del maestro, es decir, ser discípula. Y Jesús hizo lo que ningún maestro hacía: tener mujeres discípulas. “Marta, Marta”, exclama Jesús, “María ha elegido la mejor parte”.
 
Marta no ha sido capaz de salir de las ataduras de una sociedad patriarcal en el que su rol era secundario. Se conforma, aunque sea quejándose, con su papel de servidora. Marta se empequeñece por el peso de una cultura machista mientras que María se atreve a asumir una misión.
 
Ojalá que las Martas que todos llevamos dentro, quejosas, empequeñecidas, den paso a Marías valientes, desafiantes, conscientes de su valía, de su potencial y de su misión.
 

Martes 27 Septiembre 2016
Dolores Puértolas

Hace unos años era común encontrar en algunos lugares un cartel con las palabras que dan título a esta reflexión. Con el tiempo y la modernización de los nombres (que no de las realidades), existen hoy nuevos apelativos, como “sala VIP” o “priority”, que de alguna manera vienen a significar lo mismo: señalan lugares exclusivos, es decir, que excluyen. Y excluyendo quizá hagan sentir más importante o privilegiado al que puede entrar, ¡quién sabe!

Recuerdo una escena de la película “La vida es bella”, que relata de manera curiosamente amable las desgracias y atrocidades del nazismo. El padre y el hijo protagonistas ven en el escaparate de una tienda el cartel “prohibida la entrada a judíos y perros”, y el padre, para que el hijo no se dé cuenta del racismo creciente (que acabará en uno de los mayores horrores de la historia de la humanidad), le dice, con el humor tragicómico que caracteriza el filme, que él pondrá en su librería un cartel prohibiendo la entrada a algo que les caiga mal a los dos; convienen con el pequeño que pondrá “prohibida la entrada a las arañas y a los visigodos”.

Recientemente estábamos en la misa dominical en la parroquia de Sabana Yegua, aquí en República Dominicana, y todo esto me vino a la mente al asombrarme una vez más de la capacidad de la Iglesia por ser inclusiva, por ser justamente lo contrario de una elitista sala VIP o del racismo de estado: sentados en un mismo banco estaban, uno al lado de otro, “Diosbendiga” —un joven del pueblo con discapacidad, que vaga por las calles vestido con harapos—, un anciano, una joven y una señora que ahora tienen un alto cargo político en el país.

Y es que la Iglesia es un lugar de reunión para el que no hace falta carnet de socio ni puntos acumulados, para el que no son imprescindibles recomendaciones ni amigos influyentes, ni a ella acuden personas con una misma ideología o un mismo nivel profesional. ¡Cuántas personas vulnerables encuentran en nuestras comunidades parroquiales una mano amiga y un abrazo que acoge!

Aun así, no hemos llegado a la meta: seguimos en camino para acercarnos más y más al evangelio de Jesús y para escuchar el soplo del espíritu en este siglo XXI. Arrastramos todavía situaciones en las que se pone a prueba este carácter inclusivo, en que la participación como hijos e hijas de Dios con igual dignidad pasa por trabas, limitaciones y quizás también por anacronismos. Es por eso que como comunidad viva queremos leer constantemente los signos de los tiempos a la luz del evangelio actualizando el mensaje de Jesús de Nazaret. De lo que no nos cabe ninguna duda es de que el carácter inclusivo es intrínseco e irrenunciable en nuestra Iglesia. Ojalá que del cartel de “reservado el derecho de admisión” no quede pronto ni rastro.

 


 

Martes 20 Septiembre 2016

Un autobús para 23 estudiantes facilita que jóvenes de Totora Pampa (Bolivia) estudien sin impedimentos


Desde hace un tiempo, el camino a su escuela es más corto: estudiantes de Totora Pampa, en el altiplano de Cochabamba, que hasta hace unos meses tardaban dos horas andando de sus hogares a sus aulas, ¡ahora solo tardan 30 minutos en llegar! Se trata de jóvenes que únicamente podían acceder a la escuela secundaria con este gran esfuerzo, haciendo una caminata insegura y cansada, de diez kilómetros de ida y diez de regreso a 3.500 metros de altura, especialmente peligrosa para las muchachas. En el duro clima de la zona, hasta un simple resfriado dificultaba la caminata de los jóvenes hacia la escuela secundaria.
 
Para hacer frente a esta problemática hablamos con la comunidad de la posibilidad de contratar un autobús que realizara dicho trayecto, y este sueño se logró: se consiguió la contratación de un autobús para 23 estudiantes, al que cada familia aporta su cuota. Gracias a este servicio, ahora los muchachos pueden llegar con comodidad y seguridad a la escuela. Asimismo, pueden ahorrar mucho tiempo para dedicarlo al estudio o a otras labores domésticas, siempre necesarias en familias donde cada mano cuenta. A la escuela, sí… ¡pero en autobús, por favor! 

 
 

Martes 6 Septiembre 2016

Inicio del curso en el Centro Educativo San José, Jardines de San Juan Ajusco, México

 
 

Todo listo en el Centro Educativo San José para el inicio del curso, con un mural de bienvenida y las aulas muy arregladas y decoradas para recibir a los niños. Este año hemos elegido nombres de frutas para poder identificar a los niños en sus distintos grupos de pre-escolar: Maternal - Las Piñas, P1 - Las Moras, P2 - Las Sandías y P3 - Las Uvas, con dibujos de las frutas correspondientes en las puertas y las ventanas de cada aula.

Abrimos las puertas para la entrada de los niños, con sus batas nuevas y limpias y sus mochilas. Muchas caras nuevas y otras que conocemos de años anteriores. Les acompañan los padres, abuelos, tíos, hermanos, en algunos casos parece que ha venido la familia completa a presenciar este evento tan importante para los pequeños: ¡su primer día de clase!

Las educadoras empiezan a recibir a los niños, muchos de ellos, que ya estuvieron en el centro los años anteriores, felices con sus sonrisas de volver a encontrarse con su maestra y con sus amigos. Para los nuevos es un momento muy difícil, al darse cuenta que van a estar solos entre tantos desconocidos. Entre gritos y llantos se quedan en la escuela viendo alejarse a sus únicos amigos hasta entonces (sus papás). Con algo de trabajo, intentando calmarlos, sin darse mucha cuenta empiezan a integrarse con los demás, a hablar entre ellos, a jugar, cantar, bailar, correr y saltar.

Llega la hora de descanso, salen los niños a jugar en el patio, casi todos ya integrados con sus compañeros, uno o dos pegados a la maestra como única referencia conocida, mientras reciben una colación de fruta que ninguno rechaza.

La música, los juguetes de colores, todo son factores que ayudan en la adaptación de los niños en nuestras aulas. También se les olvida la ansiedad a la hora de las comidas, cuando algunos se calman por completo y ya no vuelven a llorar. Con la dedicación de las educadoras, los niños que entraron a gritos llorando y con miedo, terminan pasando un hermoso primer día de escuela.

Toda la primera semana de inicio de curso nos dedicamos a la adaptación, que nos ayuda a integrarnos mutuamente tanto con los padres, como a educadoras y alumnos, aunque es cierto que la adaptación no termina ahí, y que siempre estamos creciendo en nuestra convivencia a lo largo de todo el año.

En el centro San José hemos iniciado un nuevo curso, una nueva aventura para 110 niños y niñas en edad preescolar, todos ellos procedentes de familias vulnerables del barrio Jardines de San Juan Ajusco: es una aventura, también, para sus familias y para el equipo de la Comunidad de San Pablo que les acompañamos en su desarrollo.

 


 

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