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Sábado 24 Diciembre 2016

Martes 20 Diciembre 2016

La Comunidad de San Pablo promueve la formación en el campo del turismo para jóvenes de la comunidad rural de Barrera, Azua (República Dominicana)


Margarita tiene 20 años y ya terminó su educación secundaria. Lleva dos años sin hacer nada, como ella misma dice. Llegando a Barrera, su pueblo, se avista una magnífica playa, llamada La Caobita. Una imponente montaña (el Cerro de Martín García) se levanta detrás de las casas, de modo que el pueblo, encerrado entre el mar y la loma, queda notablemente aislado. A Barrera nadie va de paso: o tienes que ir allá por algún motivo, o no te acercas a él.

La falta de fuentes de ingresos es la causa de que esta comunidad, que vive mayoritariamente de la agricultura, la pesca y la quema ilegal de carbón, tenga muchas necesidades no resueltas. Desde la Comunidad de San Pablo tratamos de construir puentes entre jóvenes de comunidades como Barrera, muy necesitados de capacitación profesional, y recursos existentes en el país. En concreto, a través del Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional del gobierno (INFOTEP), que tiene una amplia oferta de capacitación dirigida especialmente a grupos vulnerables, es decir, a personas que no han terminado estudios de primaria. Hace unos meses, y tras varias reuniones, conseguimos que capacitadores de INFOTEP se comprometieran a desplazarse a Barrera para desarrollar allí un curso de emprendedores. El objetivo era mejorar los pequeños negocios existentes en el pueblo, e impulsar nuevas actividades. Ahora que el curso ha terminado, la Comunidad de San Pablo ofrecerá la posibilidad de que los emprendedores que participaron en él obtengan microcréditos.

Hace un par de meses, inició también un curso de turismo. Es bien sabido que en la República Dominicana el turismo es una fuente de ingresos importante, pero lo cierto es que apenas ha alcanzado el suroeste del país. La hermosa playa de La Caobita, con sus manglares, es poco conocida. Soñamos en que en el futuro la zona se pueda desarrollar turísticamente, para beneficio de sus habitantes, y por eso hemos promovido que muchos jóvenes realicen este curso de turismo, compuesto por varios módulos, que incluye el de camarero de restaurant, encargado de bar y maître. Para este curso, que requiere un equipamiento específico de hostelería, 30 jóvenes se desplazan todos los fines de semana a la capital de la provincia, Azua, donde está ubicada la sede regional de INFOTEP.

Eso no ha sido fácil: Barrera, como decíamos, es una comunidad alejada, cuyos pobladores tienen ingresos muy escasos, viven al día, y los recursos para que los jóvenes pudieran ir a Azua no iban a ser sencillos de encontrar. Por esa razón buscamos una alternativa, nos reunimos con la dirección de la escuela, que posee un autobús escolar, para pedir el transporte de los jóvenes. También nos reunimos con el síndico del pueblo, que se comprometió a aportar el combustible. Finalmente se acordó que los jóvenes pagarían solo la dieta del chófer y podrían viajar los sábados y domingos para realizar el curso.

Ahora están finalizando el primer módulo, de camarero, y ya sueñan con los siguientes; tanto es así que han pedido a INFOTEP que les dé también un curso de inglés. Margarita, como todos los demás, está entusiasmada. Desde la Comunidad de San Pablo, a través de nuestro programa de becas, les ofrecemos ahora un incentivo adicional para cuando terminen el curso de INFOTEP: dos becas universitarias para estudiar turismo, para los dos más aplicados. ¿Le tocará a Margarita?


 
 

Martes 13 Diciembre 2016
Esteve Redolad
 
El hijo menor, o a los jóvenes. Joven, intenso, quiere vivir el ahora y aquí. Insensato, padre, dame la parte de los bienes que me corresponde. No quiere esperar a que fallezca su padre. Es idealista, dispuesto a la aventura, ver mundo, se fue lejos a una provincia apartada sin darse cuenta de los riesgos. Quiere resultados inmediatos, una vida feliz, sin responsabilidades. Muy animado y animoso, optimista, como si nada pudiera torcerse en la vida y desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Solo después, cuando las cosas no van como pensaba, es capaz de reflexionar, volver en sí, y de forma humilde pero aun desde el egoísmo piensa en los jornaleros en casa de mi padre que tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre. Con su padre lo tendría todo. Se traga el orgullo, y reconoce sus límites, y se hace mayor, no le tiembla la voz porque sí padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero resulta que sí, digno sí lo es.
 
El hijo mayor o a los adultos y los de mediana edad. Personas maduras, que con el tiempo les toca ser responsables y comprometidos, y eso no es fácil. Los que supuestamente han sentado cabeza. Muchos han luchado por conseguir lo que tienen, más que los jóvenes. La vida, en muchas ocasiones les ha dado buenas lecciones. Pero son los que aún se ofenden porque después de tantos años que te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Para ellos la verdadera prueba de fuego es ver a otros arriesgar o pasarla bien mientras ellos se desviven trabajando. Entonces para qué tanto esfuerzo si al fin y al cabo ese ha consumido tus bienes con prostitutas, y tú has hecho matar para él el becerro gordo. Para pasar el trago se emborrachan de vanidad por todo lo que han vivido y lo mucho que les ha tocado luchar y sacrificar en la vida. Y sienten, secretamente, el aguijón del rencor, y la irritación celosa y melancólica por el atrevimiento y la alocada inconciencia de los que son como su hermano menor.
 
El padre o a los mayores, abuelos, jubilosos. Maduro, gente curtida por la experiencia. Pocas sorpresas por esperar. Ya saben que no todo es una lucha por el poder, por eso les repartió los bienes. Interesados, pero no necesariamente envidioso de aventuras ajenas. Saben sus propias historias y a través de ellas han ganado perspectiva en la vida. No queda sitio para juzgar. No necesitan de explicaciones ni de disculpas, por eso que cuando aún estaba lejos, corrió, y se echó sobre el cuello de su hijo, y le besó. Ya han aprendido que un abrazo y un beso, son más importantes que ganar una discusión. Son comprensivos, compasivos, no se sienten superiores a nadie, saben que todas mis cosas son tuyas. El mérito, para ellos, hace años que ha pasado de ser virtud a puro espejismo. Por eso perdonar tiene que ser lo lógico, para que haya sitio para todos, para el menor y para el mayor y por eso salió su padre, y le rogaba que entrase. Son ellos los que mejor saben lo único y especial que es cada momento y lo importante del reencuentro. Por eso hay que sacar el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta, porque hijo era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Entra y revive tú también.


 

Martes 6 Diciembre 2016

Jóvenes retornadas a Etiopía desde los países árabes se capacitan en el centro de la Comunidad de San Pablo en Meki

 
 
En agosto de 2016 empezamos nuevos cursos de cocina, costura y peluquería en el centro de capacitación “Kidist Mariam” que la Comunidad de San Pablo tiene de Meki, Etiopía. Inauguramos también cursos de segundo nivel de costura y cocina, con lo que el número de estudiantes del centro aumentó a 93. A lo largo del año 2016 habremos capacitado a 160 mujeres, y celebramos que así pueda ser.

La mayoría de nuestras estudiantes son jóvenes que no pudieron acabar estudios y que ahora, debido a su falta de capacitación, no tienen trabajos adecuados. De entre ellas tenemos a un grupo de dieciocho mujeres que siendo muy jóvenes emigraron a Arabia Saudí o al Líbano en busca de oportunidades laborales, para poder ayudar a sus familias con lo que ganaran. En Etiopía, son muchas las que intentan esta vía para salir de la pobreza. Sin embargo, en la mayoría de los casos allí se encuentran con una realidad muy distinta a la que esperaban, sufriendo todo tipo de maltratos y vejaciones.

Ante esta explotación de mujeres inmigrantes, Caritas Internacional abrió varias casas de acogida para jóvenes inmigrantes en los países árabes. Las jóvenes que, escapando de esta situación, llegan a dichas casas de acogida, reciben ayuda material y psicológica y se les proporcionan asimismo documentos para que puedan retornar a sus países. Las que regresan a Etiopía son recibidas también en una casa de acogida en Addis Abeba. Desde allí se contacta con sus familias, para intentar que las jóvenes puedan integrarse en ellas de nuevo. La tarea de reinserción es complicada, pues muchas veces son rechazadas por sus propias familias, ya que la mayoría enviaron a sus hijas jóvenes, fuertes y llenas de vitalidad, y a su regreso las recuperan muchas veces con bebés, y psicológicamente muy afectadas por los abusos vividos durante su periplo.

Las estudiantes retornadas que tenemos en nuestro centro participan de los cursos de capacitación de costura y cocina, mientras desde el Vicariato de Meki se sigue trabajando con ellas para lograr su reinserción familiar. En los cursos se integran con otras jóvenes de su misma edad, muchas de las cuales vivieron experiencias similares. Es asombroso ver el interés que tienen por aprender, por tener una buena capacitación, y su alegría por ser tratadas con respeto y ser valoradas por los muchos talentos que tienen. Al verlas se nos hace difícil imaginar las muchas dificultades por las que han pasado en los últimos años.

El pasado domingo, el dueño de un nuevo hotel cercano a Meki nos invitó a comer en su restaurante. Nos quería mostrar su agradecimiento por las nuevas cocineras que tiene: Kasech y Zenafakech, dos de nuestras estudiantes del segundo nivel de cocina, ambas retornadas del Líbano. La comida, el servicio y las atenciones que recibimos fueron de primera. Todos estuvimos muy contentos: nuestras estudiantes, su nuevo jefe, su profesor de cocina y nosotras.

Esperemos que, al igual que Kasech y Zenafaketch, muchas otras jóvenes de nuestro centro puedan encontrar buenos trabajos. Y que ellas puedan servir de ejemplo para que aquellas que siguen pensando en emigrar a los países árabes sepan que también en Etiopía pueden tener un buen futuro. Desde el centro “Kidist Mariam” seguiremos trabajando para que ello sea posible.

 


 

Domingo 27 Noviembre 2016
Martí Colom

Ya estamos en Adviento: hoy, en efecto, celebramos el primer domingo de los cuatro que nos llevarán a las puertas de Navidad. Y empezamos con una lectura del evangelio de Mateo que constituye todo un programa para estas próximas semanas (y en verdad también para el resto del año): «Manteneos despiertos, pues no sabéis qué día va a llegar vuestro Señor», nos dice Jesús. E insiste: «Estad preparados, que cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre» (Mt 24,42 y 44).
 
Es un consejo pertinente: sorprende, si nos paramos a pensar en ello, la cantidad de veces que no estamos despiertos sino dormidos, perdidos en nuestros mundos interiores, a ratos preocupados por pequeñeces, a ratos distraídos con asuntos intrascendentes. Y asombra caer en la cuenta de las muchas ocasiones en que no estamos preparados para descubrir la presencia de Dios entre nosotros. No estamos preparados, por ejemplo, para ver el rostro amable de Jesús en personas que nos desagradan; no estamos preparados para oír su voz en la voz de nuestros adversarios; no estamos preparados para captar su mirada en la mirada de un enfermo que necesita nuestra compañía; no estamos preparados para escucharle en las quejas de los más vulnerables de nuestro entorno; no estamos preparados para tocar sus heridas en las heridas de tanta gente a la que la injusticia social o el desprecio de los más fuertes arrincona; no estamos preparados para presentir su sombra en la fragilidad de aquellos que sólo piden la oportunidad de crecer sin violencia; no estamos preparados para atender su llamada a actuar, a defender la paz, a defender la ternura, a defender la necesidad de dialogar, que nos llega a diario a través de los acontecimientos —tantas veces preocupantes— que sacuden el mundo. No estamos preparados para entender que cada conflicto es una oportunidad para dar testimonio de nuestra esperanza, de nuestra fe en los demás y en el evangelio. No siempre estamos preparados para comprender que cuanto más resurjan en nuestras sociedades los demonios del racismo, de la exclusión a los que opinan de otra manera, o piensan de otra manera, o aman de otra manera, o rezan de otra manera, más crece la necesidad de una palabra evangélica valiente, incluyente, comprensiva, audaz en su ternura. No, con demasiada frecuencia no estamos preparados, y es por eso que necesitamos oír con toda su fuerza el anuncio de hoy: «Manteneos despiertos; estad preparados».
 
Adviento es una sacudida, una invitación a levantar los ojos, a permanecer atentos a esta presencia de Dios en el mundo. Presencia que es, a la vez, consuelo y llamada: nos transmite paz y al mismo tiempo nos invita a comprometernos con la realidad que nos rodea, con los problemas de los demás y con la tarea impostergable de preparar un mundo más justo y vivible para todos los niños que siguen naciendo, indefensos y frágiles, en los establos olvidados de la tierra.  


 

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