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Miércoles 20 Septiembre 2017

La Comunidad de San Pablo, a través de sus cursos laborales, ha propiciado la creación de una cooperativa de costura en Meki, Etiopía.
 
El pasado mes de febrero 45 estudiantes se graduaron de cocina, pintura y costura en nuestro centro “Kidist Mariam”. Entonces diez de las jóvenes graduadas de costura propusieron crear, en el mismo centro, una cooperativa para confeccionar uniformes escolares. Los uniformes son de uso obligatorio en todas las escuelas del país, y solo en Meki hay 15 escuelas. Se pusieron manos a la obra, y el primer pedido ha sido de 597 uniformes, para la escuela comunitaria del barrio de Oda. En julio las jóvenes de la cooperativa tomaron las medidas a los estudiantes, y a día de hoy están terminando los uniformes, pues el curso empezará el 28 de septiembre y al ser un pedido tan grande, van justas de tiempo.
 
Ha corrido la voz de que este servicio está en marcha y ya han llegado más pedidos para escuelas de la zona rural. Nos alegramos por la nueva cooperativa de costura, y vemos que trabajo, ¡no les va a faltar!


 

Martes 29 Agosto 2017

A principios de 2017 el centro educativo Saint Lucy Parish School de Racine (Wisconsin) organizó un concurso de monedas para recaudar fondos para lápices y material escolar para la Parroquia La Sagrada Familia en la República Dominicana. Gracias a los pequeños la campaña recaudó con éxito un total de 1.500 USD.
 
Cada mes de agosto inicia el nuevo curso escolar en la República Dominicana y muchas familias tienen dificultades para sufragar los gastos del material escolar y los uniformes de sus hijos. Algunas familias pasan tanto apuro que los muchachos incluso empiezan el curso más tarde, cuando finalmente han podido comprar todo lo necesario. Con la ayuda de Saint Lucy Parish School, la Parroquia La Sagrada Familia ha podido distribuir libretas, lápices y uniformes a muchos niños. Desde aquí queremos transmitir el agradecimiento de los niños dominicanos a los estudiantes de Saint Lucy. ¡Ahora ya pueden empezar la escuela! 


 

Martes 15 Agosto 2017

En la Comunidad de San Pablo creemos firmemente que el acceso a la educación de calidad, desde la primera infancia hasta los estudios superiores, es la clave indispensable para el desarrollo auténtico y a largo plazo de personas y colectividades. Sin una buena formación, será muy difícil que los sectores más vulnerables de la sociedad salgan de su situación de pobreza. Solo ella proporcionará a estos mismos sectores las herramientas que necesitan para orientar positivamente su propio desarrollo. Es por eso por lo que, desde hace ya mucho tiempo, en la mayoría de lugares donde trabajamos, nos planteamos qué podemos hacer para garantizar el acceso de personas de bajos recursos a una educación académica de calidad.
 
En esta línea, recientemente hemos iniciado un programa de becas para universitarios en Bogotá. Como ya hemos informado en repetidas ocasiones en este blog, desde enero de 2016 miembros de la CSP estamos trabajando en los barrios La Resurrección, Granjas de San Pablo y El Pesebre, del sur de la capital colombiana. Desde entonces, nos hemos ido encontrando con muchos jóvenes de estos barrios que, una vez terminado el bachillerato, quieren ir a la universidad, pero por falta de recursos no pueden realizar su anhelo. Para responder a esta necesidad hemos establecido un programa de becas, mediante el cual en el semestre que está iniciando (que va de agosto a diciembre de 2017) ya estamos colaborando con una docena de jóvenes, facilitando, con pequeñas becas de apoyo, que vayan a la universidad. La mayoría se han inscrito en alguna de las universidades públicas colombianas con sede en Bogotá, cuyos costes son, naturalmente, menores que en las universidades privadas. La beca de la CSP consiste una costear su matrícula semestral y gastos mensuales para transporte y materiales.
 
De momento se trata de una iniciativa muy modesta que podrá ir creciendo con el paso del tiempo. Nos alegra la ilusión con la que cada uno de los estudiantes que se nos ha acercado ha asumido el reto de ir a la universidad, muy conscientes de que este el mejor camino para su desarrollo personal, y el de su comunidad.


 

Martes 1 Agosto 2017

 
En una sociedad tan exigente como la nuestra es imprescindible obtener una base educativa sólida que impulse el aprendizaje y el sano desarrollo de los niños, trabajo que día a día realizamos en el Centro Comunitario de Desarrollo Infantil San José, en la Ciudad de México.
 
En el ciclo escolar 2016-2017, que acaba de finalizar, 36 niños y niñas concluyeron satisfactoriamente la etapa preescolar con nosotros. Para celebrar este logro, los niños estuvieron rodeados de familiares y personas cercanas en una fiesta de fin de curso alegre y agradecida, que celebramos el pasado día 14 de este mes de julio: una historia con final feliz, que se repite cada año en el asentamiento irregular de Jardines de San Juan.
 
El trabajo continuará con los 72 niños y niñas restantes, que avanzan de nivel, junto con casi 40 más que se integrarán en el nuevo ciclo que está por comenzar (a finales de agosto). Las plazas ya están ocupadas, pues los padres han querido inscribir a sus niños cuanto antes, para poderles brindar esta oportunidad de crecimiento, desarrollo y aprendizaje.
 
Desde el primer día del curso, ya lejano, juntos fuimos vivenciando juegos y actividades, aprendiendo de día en día. Los niños fueron creciendo en una sana convivencia a lo largo del curso escolar, aprendiendo a quererse, a veces perdonarse tras una pelea, a jugar, compartir, reír y llorar, y también a aceptarse. Esta convivencia, apoyada por una nutrición adecuada y el trabajo incansable de las educadoras comunitarias con los niños, ha llegado a un final feliz con la clausura del curso escolar 2016 -2017, despidiendo a los 36 niños y niñas que concluyen Preescolar 3 y que ya cumplen 6 años, listos para integrarse a la escuela primaria.
 
En un momento tan importante como éste, los papás y familiares quisieron estar cerca de sus niños, orgullosos de los logros alcanzados, y comprometidos con el camino que todavía les queda por recorrer. Fue un día de muchas emociones, y al reconocer cómo han crecido y aprendido tanto, compartimos juntos la alegría ¡de un nuevo final feliz!
 


 
 

Martes 18 Julio 2017

Las dificultades en la educación superior de las mujeres rurales en Bolivia

 
 
La escena se repite una y otra vez: el padre diciéndole a la muchacha, su hija, que por qué seguir estudiando si ya sabe leer y escribir. Que eso basta para ser una buena esposa. Así fue con tu madre y ahí la ves, orgullosa de sus cinco hijos.

La hija se da cuenta de que no hay comunicación. ¿Cómo puede transmitir ese fervor en su corazón, esa pasión por continuar sus estudios? Si, al fin y al cabo la amiga que terminó secundaria con ella ya se casó y está esperando un hijo. Además ¿estudiar agronomía? ¿Una mujer? Te llenaron la cabeza de pájaros…

Y así se repite la historia. En Bolivia la Comunidad de San Pablo promueve el desarrollo de la mujer rural, tratando de romper algunos de los mismos tabús de siempre. En Totora Pampa, donde la Comunidad lleva a cabo varios proyectos de desarrollo, poco a poco varias jóvenes van terminando la secundaria y alguna se anima, valiente, a realizar estudios universitarios.

No hay que culpar a los padres, que buscan manos que ayuden a la familia y les cuesta visualizar un futuro distinto al que tuvieron ellos, que no pudieron estudiar. La aventura de ir a la universidad casi no se ha visto en sus comunidades, y menos tratándose de mujeres. «De vez en cuando algún varón sale adelante, pero no tú, mi hija», diría el padre, desconfiando de su capacidad o temiendo por las dificultades y riesgos que pueda encontrar en el camino para ser profesional.

Así iba a ocurrir con Martha, una mujer entre muchas, que sin embargo consiguió dar un vuelco a su futuro. Estudia la carrera técnica de agropecuaria, en un internado, lejos de su casa. Martha lo tiene claro y se ha planteado que, una vez termine la carrera a nivel técnico superior, quiere continuar con los estudios y completar el nivel de ingeniería. Son procesos lentos y costosos; el entorno no ayuda. Desde la Comunidad de San Pablo apoyamos a mujeres como Martha y tenemos la esperanza de que muchas como ella consigan la superación profesional que buscan, para que no se repita siempre, indefinidamente, la misma película de resignación y falta de estudios para las mujeres de estas comunidades bolivianas.


 

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