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Número de resultados 9 para resurrección

31/03/2024 - PASCUA: GRATITUD FRENTE AL AMOR DE DIOS
 


¡Feliz Pascua de Resurrección! Inicia hoy el tiempo litúrgico más dilatado del año, 50 días para darnos la oportunidad de saborear e ir asumiendo lo que acabamos de celebrar. Jesús, vivo y presente entre nosotros, es el motivo de nuestra alegría; de lo contrario, vana sería nuestra fe.

En este tiempo de Pascua celebramos la gran fiesta del Amor de Dios, que nos ha sido regalado sin mérito alguno, como describe con claridad el Evangelio de Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único” (Juan 3, 16). Reconocemos, como nos indica la liturgia, lo que Dios ha hecho por nosotros, por puro amor, al ofrecernos en su Hijo la salvación frente a la misma muerte. La Pascua es una fiesta porque celebramos el regalo de la vida que ha partido de la iniciativa de Dios, y que ninguno de nosotros hemos merecido ni ganado.

Nuestra actitud principal del tiempo de Pascua y, por ende, de la vida cristiana, tiene que ser la gratitud: ser y vivir agradecidos es la virtud que tiene que definir las vidas señaladas por la fe cristiana, pues, a partir de la experiencia de la Pascua, reconocemos que toda vida es un don. Esa es la esencia de nuestra fe, como indica el pregón pascual: “¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad!”

En este tiempo, de forma singular, celebramos el amor de Dios en nuestras vidas. Es pertinente preguntarnos si la vivencia de nuestra fe refleja esta gratitud por el don recibido, o más bien, en ocasiones, cae de nuevo en una práctica religiosa que busca agradar a Dios mediante el culto, el ejercicio de obras de piedad o de disciplina para demostrarle nuestro amor. No es propio de una fe anclada de la Pascua querer “ganar” el amor de Dios, pues la redención solamente se puede entender desde la donación gratuita del amor divino, y la única forma de corresponder a ese don es la gratitud, la verdadera virtud pascual de la vida cristiana.


 

22/07/2023 - CLUB DE LECTURA EN LA RESURRECCIÓN (BOGOTÁ, COLOMBIA)
 


En septiembre de 2022 (¡pronto hará un año!), en la parroquia La Resurrección, de Bogotá, decidimos iniciar un nuevo proyecto, sencillo pero ilusionante, sin saber en aquel momento si tendría mucho recorrido: un club de lectura. La idea de fondo era fomentar el amor a la literatura entre jóvenes de estos barrios del sur de Bogotá y ofrecer, a quienes lo quisieran, la oportunidad de ir leyendo grandes obras de la literatura universal, comentarlas en grupo, examinarlas en profundidad y, así, poderlas disfrutar. Se trataba, nos parecía, de una idea original, pues a menudo en los planes de pastoral de nuestras parroquias no tenemos en cuenta la promoción de la cultura, como si eso no fuese, también, una tarea urgente (especialmente en contextos donde otras necesidades vitales dejan poco tiempo para la formación intelectual y el arte).
 
Desde entonces, el Club de Lectura ha ido creciendo, y también el entusiasmo de quienes lo conforman: actualmente ya es grupo consolidado de 14 personas, en su mayoría jóvenes, que aproximadamente una vez al mes nos reunimos para compartir lo que hemos descubierto en la lectura de alguna novela que hemos elegido. En este tiempo hemos leído y comentado “La perla”, de John Steinbeck, “Crónica de una muerte anunciada”, de García Márquez, “La metamorfosis”, de Kafka, “La muerte de Iván Ilich”, de Tolstói, “El viejo y el mar”, de Hemingway, “Novela del ajedrez”, de Stefan Zweig… como se puede ver, ya una pequeña colección de grandes obras que, sin duda, han enriquecido la vida de quienes participamos de nuestro Club de Lectura. ¡Y la lista de los libros para ir leyendo en el futuro ya es larga!


 

08/06/2023 - AMIGOS EN EL SEÑOR

Un grupo de Wisconsin visitó recientemente la comunidad de la CSP en Bogotá, para crear lazos de hermandad entre Colombia y los EE. UU.

 

 
 
Del 22 al 30 de mayo, un grupo de 10 personas procedentes de Wisconsin realizó una enriquecedora visita a la Parroquia La Resurrección de Bogotá, que está al cargo de sacerdotes de la Comunidad de San Pablo.  El viaje fue organizado por la Oficina de Misiones de la Arquidiócesis de Milwaukee, y las personas que formaron el grupo eran feligreses de diversas parroquias del sureste de Wisconsin.
 
Su semana en Bogotá fue intensa: pudieron conocer algunos lugares emblemáticos de la capital colombiana, y, sobre todo, se pudieron hacer una idea del día a día de la vida parroquial en La Resurrección: participaron en varias Eucaristías, compartieron reuniones con distintos grupos parroquiales, una noche acompañaron al grupo de voluntarios que realiza la “Ruta del Aguapanela” por las calles del barrio, tuvieron un par de sesiones formativas acerca de la Iglesia en América Latina y de Colombia, y, sobre todo, establecieron vínculos de amistad con miembros de nuestra parroquia, aquí en Bogotá.
 
Fue, en definitiva, una hermosa experiencia de fraternidad eclesial, de sentirnos, verdaderamente, “amigos en el Señor”, y a la postre unos y otros (norteamericanos y colombianos) pudieron comprobar que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.


 

17/04/2022 - DOMINGO DE PASCUA: ¿POR QUÉ BUSCÁIS ENTRE LOS MUERTOS AL QUE VIVE?

 


¡Feliz Pascua de Resurrección! ¡Jesús ha resucitado!
 
Esta gran fiesta, centro del año litúrgico y de toda nuestra fe cristiana, nos invita a buscar a Jesús entre los vivos. ¡Dejemos de buscarlo entre los muertos, en lo que destruye y oprime, allí donde no puede haber brotes verdes de esperanza!
 
Jesús, vivo entre los vivos, no está en la violencia, que solo genera más violencia, y ceguera, y muerte, desánimo y tristeza.
 
Jesús, vivo entre los vivos, no está en el desprecio, ahí donde unos miran con desdén a los demás por razón de su raza, de su estatus social, de su género, de su orientación, de su pasado…
 
Jesús, vivo entre los vivos, no se hace presente en aquellos contextos de privilegio y la desigualdad donde unos pocos disfrutan de los bienes que pertenecen a todos.
 
Jesús, vivo entre los vivos, no está en la indiferencia que mata, esa indiferencia a causa de la cual el dolor de quienes habitan en los márgenes de la sociedad se torna invisible, como si no existiera… ¡como si ellos no existieran!
 
Hay que buscar a Jesús, vivo entre nosotros, en los gestos de paz y de reconciliación de quienes han comprendido que la fuerza bruta, el insulto y la calumnia jamás son el camino.
 
Hay que buscar a Jesús, vivo entre nosotros, en aquellos que acogen con los brazos abiertos a todo el mundo, sea quien sea, sea como sea, viva donde viva, ame como ame…
 
Hay que buscar a Jesús, vivo entre nosotros, en los esfuerzos de tanta gente por construir grupos y comunidades del evangelio, donde la fraternidad no sea una palabra hueca, donde la sinodalidad y el caminar todos juntos sea la fórmula para aprender a escucharnos y a valorar la riqueza que hay en la pluralidad.
 
Hay que buscar a Jesús, vivo entre nosotros, en los corazones sensibles que se conmueven, una y otra vez, con el dolor de los más pobres, los predilectos del Padre.
 
Los seguidores de Jesús, en definitiva, son personas que se esfuerzan, siempre, y a veces con una terquedad rayana a la obstinación, por buscar signos de nueva vida en el mundo, conscientes de que la fuerza del Resucitado siempre termina por hacerse presente allí donde hay seres humanos abiertos al Espíritu vivificador, liberador y renovador de Dios, que levantó a Jesús del sepulcro.
 
Celebremos la Pascua encontrando a Jesús… ¡vivo entre nosotros!


 

11/03/2022 - LA RUTA DEL AGUAPANELA
 


A mediados del año pasado iniciamos un nuevo proyecto en la parroquia La Resurrección de Bogotá: el último jueves de cada mes preparamos, con un grupo de voluntarios, unos sesenta sándwiches, llenamos varios termos con aguapanela (agua caliente endulzada con panela de caña de azúcar) y salimos, de noche, a caminar por el barrio. A medida que nos vamos encontrando con habitantes de la calle y personas sin hogar que pasan la noche en la intemperie, les ofrecemos un vaso caliente de aguapanela y un sándwich, y dialogamos un rato con ellos. La mayoría son personas drogodependientes que han caído en el consumo de substancias psicoactivas, y esa es una de las razones por las que han terminado viviendo en la calle. Llamamos a esta iniciativa “la ruta del aguapanela”.

Nuestra tarea es, sencillamente, ir al encuentro de los habitantes de calle, ofrecerles el mínimo consuelo que representa un poco de comida y un saludo, y, con el tiempo, tal vez (en algunos casos en que la amistad creada lo permita) proponer un itinerario de rehabilitación, para aquellos que lo pidan.

La mayoría de los voluntarios que participan de esta actividad son adolescentes y jóvenes de la parroquia, y no hay duda de que esta iniciativa también tiene un componente educativo y pedagógico para ellos: se dan cuenta de la realidad de sus barrios, y pueden ver de primera mano los efectos devastadores que tienen las drogas en aquellos que caen presos de su hechizo.

Cada primer jueves, cuando terminamos la Ruta, estamos cansados: han sido dos o tres horas de subir y bajar por las calles empinadas de estos barrios del sur de Bogotá, cargando bolsas con comida y termos, con frío, a veces con lluvia… y, sin embargo, cada mes, el ambiente entre los que hemos compartido esta experiencia es fraterno y alegre: nadie se queja. Al contrario, hay una satisfacción sincera por haber invertido un poquito de nuestro tiempo acercándonos a los más marginados, a personas que para muchos no cuentan, y haber tratado de ser un signo de la presencia de la misericordia de Dios para ellos, así sea con un simple vasito de aguapanela caliente.


 

05/11/2020 - SE CONSOLIDA LA PRESENCIA DE LA CSP EN BOGOTÁ

Con la llegada a Colombia del P. Michael Wolfe para trabajar en la parroquia La Resurrección

 
 
A mediados del pasado mes de octubre el P. Michael Wolfe se trasladó de la República Dominicana (donde terminó su labor como párroco de La Sagrada Familia de Sabana Yegua) a Bogotá, Colombia. Mike, sacerdote de la Arquidiócesis de Milwaukee y miembro de la Comunidad de San Pablo, llega a Bogotá para trabajar en la parroquia La Resurrección, del sur de la capital colombiana, junto con el P. Martí Colom. La CSP ha estado presente en La Resurrección desde 2016.
 
Ahora, con la llegada de Mike, la presencia de dos sacerdotes ayudará desarrollar mejor las tareas pastorales y de promoción humana que hemos venido llevando a cabo en los tres barrios que conforman el territorio parroquial, y que incluyen la celebración de los sacramentos en los tres centros de culto que tiene la parroquia, la organización de la pastoral y también los diversos proyectos sociales que se realizan en “Casa Garavito”, el centro de desarrollo comunitario de la CSP en el barrio El Pesebre.


 

01/04/2018 - LA RESURRECCIÓN COMO HECHO SOCIAL
En todo hay una grieta, así es como entra la luz.
Leonard Cohen (Anthem)

 
Desde siempre nuestra fe como creyentes y cristianos, especialmente dentro de la tradición católica, se define y entiende como un acontecimiento colectivo. La Iglesia, la comunidad, los sacramentos son indicadores de la importancia del carácter colectivo de nuestra fe. En realidad, por muy ermitaño que sea uno, los “Robinson Crusoe de la fe” no existen.     
 
Pero sucede que normalmente por estas fechas, cuando hablamos de la resurrección, solemos despojar a la fe de su contenido social y tendemos a replegarnos a una dimensión más íntima; la resurrección parece circunscribirse a una dimensión personal, un acontecimiento individual inaugurado por Jesus. Más allá de consideraciones teológicas lo que sigue es una reflexión sobre el significado de la resurrección desde la óptica histórica y colectiva. El objetivo es sumamente humilde: ver cómo a nivel sociológico hay una asociación entre muerte y resurrección y qué significado social puede tener esta última.
 
La pasión de Jesús no solo fue la tortura de un hombre, no solo fue el dolor físico y psicológico indescriptible de la muerte en la cruz; el tormento de la cruz también fue un acontecimiento colectivo dramático. El velo del templo partido en dos apunta a que el evento de la cruz fue una premonición también de la destrucción del templo. El Jesús crucificado no fue una mera experiencia personal, fue una tragedia con un profundo alcance social. Y es precisamente a partir de esta debacle colectiva para los discípulos que la naciente, atemorizada y débil comunidad cristiana empieza a vivir la experiencia de la resurrección, a tomar conciencia, valor, fuerza, convicción; es ahí donde la cruz se convierte también en un acto de vida un movimiento reivindicativo. La pasión como fenómeno social es en cierta manera necesaria también para la resurrección de un pueblo o de una comunidad.
 
De la misma manera que en Jesús se dio este paso de la muerte a la vida, analógicamente podemos observar como a menudo actos reprobables e injustificables de dolor y de muerte, de injusticia social, llevan de una manera y otra a dar vida.
 
No tenemos que ir muy lejos para ver algún ejemplo: El día 14 de febrero de este año hubo una matanza (una más) en una escuela en EE. UU., que se sumó a la desgarradora estadística de muertes por armas de fuego en el país. Tamaña tragedia desencadenó un movimiento popular estudiantil para exigir cambios en la regulación de la adquisición y posesión de armas.   
 
También recientemente el papa Francisco anunció la posible canonización del obispo Óscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba la Eucaristía. Su muerte significó la expansión del movimiento de liberación contra las tiranías políticas y militares especialmente en Suramérica, pero también en otros lugares pobres del mundo.
 
Si hacemos un salto para atrás en el tiempo, en 1955 era asesinado en el estado de Mississippi, de forma cruel y macabra, el joven Emmeret Till, de 14 años. A partir de este crimen motivado por el racismo, el colectivo afroamericano se empezó a movilizar en lucha por sus derechos civiles en EE. UU.
 
Solo cinco años después, en la República Dominicana las hermanas Mirabal, tres mujeres especialmente críticas con el gobierno de Trujillo, eran asesinadas por orden del dictador: era el 25 de noviembre de 1960. En honor a ellas se escogió esa fecha para celebra el día internacional de la no violencia contra la mujer y se empezó a fraguar a nivel social una toma de conciencia sobre el maltrato machista que hoy, décadas más tarde, es una reivindicación básica de las mujeres.
 
Podríamos añadir más nombres de personas que han propiciado una resurrección colectiva a través de su propia pasión y sacrificio, como Mahatma Gandhi, o como Harvey Milk (asesinado en 1978 por su activismo político a favor de los derechos de los homosexuales en San Francisco). Y estos son solo algunos de los casos conocidos. Hay muchas pasiones anónimas, solo experimentadas a nivel local, a nivel grupal, o incluso familiar, pero que en todo caso llevan a la movilización de ese grupo en particular.
 
La pasión, al nivel que sea, hace tomar conciencia a una población o una comunidad. Es una sacudida que despierta (resucita) conciencias dormidas y que amenaza a la apatía, que nos saca de nuestra zona de confort, y nos impulsa a la acción ya sea política o social. No es necesariamente una revolución. El ser colectivo se mueve despacio, casi por generaciones, pero la mecha, el acicate, el estímulo inicial es casi siempre traumático (una pasión).
 
Todas las pasiones, como la del propio Jesús, revelan de forma dramática las grietas de una estructura social que a menudo es fuerte con los débiles pero acomodada con los fuertes. A través de estas pasiones nace la posibilidad de despertar a una nueva resurrección, un movimiento de luz, de esperanza y de cambio. La resurrección de Jesús es una invitación permanente a todos, a transformar, la injusticia social y la intolerancia en esperanza vida e integración social.




 

02/05/2017 - EDUCACIÓN PARA EL ADULTO MAYOR EN BOGOTÁ

La CSP inicia un nuevo programa de atención a la tercera edad en el barrio El Pesebre de la capital colombiana

 
 
Como ya informamos en este blog en su día, el pasado mes de julio de 2016 la Comunidad de San Pablo puso en marcha un programa de refuerzo escolar para niños del barrio El Pesebre de Bogotá. Dicho programa (cuyo doble objetivo es fortalecer académicamente a niños de 8 a 12 años que necesitan ayuda con sus estudios, y a la vez ofrecer un espacio seguro donde puedan ir por las tardes, y evitar así que por estar en la calle caigan en el consumo de estupefacientes) se está desarrollando con toda normalidad desde entonces. Lo que no esperábamos es que tal actividad tuviese un “efecto llamada” que nos llevase a comenzar otro programa: al ver que los locales de la parroquia La Resurrección del barrio se abrían varias tardes por semana para las clases de los niños, algunos ancianos se nos acercaron con una petición muy simple: «–¿Y a nosotros, no nos pueden dar clases también?»
 
Resulta que varios abuelos y abuelas del sector, que nacieron en departamentos rurales del país y se trasladaron hace muchas décadas a la capital, han tenido una larga vida de duro trabajo que nunca les ha dejado tiempo para su formación intelectual. Algunos son completamente analfabetos, otros saben leer y escribir, pero de manera deficiente, y no tienen demasiados conocimientos de matemática, cultura general, etc.
 
Buscamos una maestra del mismo barrio que estuviese dispuesta a llevar a cabo esta labor, y a principios de marzo abrimos nuestro nuevo Programa Educativo para el Adulto Mayor. Funciona los sábados por la mañana, y se han apuntado ya una docena de abuelas (¡ellas parecen más interesadas en el asunto!) y un abuelo. No dejan de asistir ni un sábado y son aplicadísimos (de hecho, se toman las tareas y el estudio con mucha seriedad). Es una verdadera alegría verlos semana tras semana, sentados en sus pupitres y estudiando todo lo que, cuando eran niños y jóvenes, no tuvieron la oportunidad de aprender.


 

23/08/2016 - REFUERZO ESCOLAR CONTRA LA DROGODEPENDENCIA

La Comunidad de San Pablo abre una sala de refuerzo escolar en el barrio Pesebre de Bogotá

 

Desde el pasado mes de enero, miembros de la Comunidad de San Pablo trabajamos en la parroquia La Resurrección, ubicada en el sur de Bogotá. El territorio parroquial comprende los barrios La Resurrección, Granjas de San Pablo y Pesebre: se trata de sectores populares de la capital colombiana, de clase trabajadora, mayoritariamente de estrato 2 en la clasificación socioeconómica de la ciudad de Bogotá (que cataloga los barrios de la ciudad de 1 a 6, siendo 1 el de menos recursos y 6 el más acomodado).
 
Estos sectores enfrentan una notable variedad de retos, desde el hacinamiento de personas en viviendas de poca calidad a las dificultades de las familias por obtener buenos servicios de salud, desde las pocas oportunidades laborales para los jóvenes a la situación de abandono de muchos ancianos… sin embargo, escuchando en diversos encuentros y reuniones a la población de estos barrios, pronto hemos comprobado que un problema preocupa a sus habitantes más que ningún otro: la inseguridad que se vive en sus calles, directamente relacionada con el consumo de substancias estupefacientes por parte de muchos jóvenes, que delinquen para obtener recursos para luego poder consumir drogas. La drogodependencia (a su vez vinculada, obviamente, a la falta de oportunidades que enfrentan aquí muchos jóvenes) es una auténtica epidemia en estos barrios, en los que todo el mundo reconoce la presencia de varias “ollas” (puntos de venta de droga a través de los cuales las redes del narcotráfico distribuyen su producto en las calles de la capital).
 
Muchas personas nos han hablado de un nuevo y dramático motivo de preocupación: el aumento del consumo de droga entre niños de edades cada vez más tempranas. Si hace unos años los que caían en la drogodependencia eran generalmente jóvenes de dieciséis años para arriba, la necesidad por parte del narcotráfico de ir expandiendo la venta de estas substancias ha hecho que ahora sea común que niños y niñas de nueve, diez y once años ya empiecen a consumirlas.
 
Sin dejar de reconocer la magnitud del problema y que todos nuestros esfuerzos serán tan sólo una gota de agua en medio de un océano de tremendas proporciones, nos planteamos qué hacer para ayudar, ni que sea de forma muy modesta, a frenar esta tendencia. Y nos propusimos ofrecer clases de refuerzo escolar, por las tardes, en los locales de la parroquia del barrio Pesebre. Empezamos a finales de julio: quince niños de entre 8 y 12 años se inscribieron el primer día, y esperamos que esta labor vaya creciendo. Parte del problema es que muchos niños que van al colegio por la mañana, cuando llegan a sus hogares a las dos o tres de la tarde se encuentran que sus padres no están, pues trabajan —muchos hasta tarde en la noche. Esos niños, entonces, no tienen a nadie que les ayude a hacer sus tareas escolares ni que les impida salir y deambular por las calles hasta el anochecer, lo cual, obviamente, facilita que acaben cayendo en las redes del consumo. Nuestra propuesta es muy simple: ofrecer un espacio en el que estos niños puedan llegar al salir del colegio, y donde se les ayude a avanzar en sus estudios, con refuerzo escolar y sala de tareas, y de ese modo, quizá, evitar que la drogodependencia se adueñe de sus vidas. Acabamos de empezar. ¡Ojalá sea un proyecto de larga duración que dé sus frutos!


 

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